martes, 7 de junio de 2011

La prensa española no quiere democracia real.

Ni la quiere ni la ha querido nunca. Aunque muchos de nosostros en algún momento confundiéramos el lunes 16 de mayo como la apertura informativa para una sociedad ciega por los panfletos y las crónicas instrumentalizadas, aquello no se trataba más que de un disimulo de las vergüenzas originadas por las publicaciones internacionales. Una vez superado el shock, las aguas han vuelto a su cauce. Como si de el tratamiento de un virus se tratara, ahora se han vuelto inmunes y descarados con una censura directamente proporcional a los acontecimientos relacionados con el 15M y Democracia Real Ya. EL ninguneo de las noticias es un modo sutil de censura, como el ubicarlas estratégicamente en espacios con una relación de interés de gran competencia, obligando al lector a focalizar de un modo subliminal hasta que un hecho concreto se resuelve como carente de importancia. A la calle se ha salido por que en la red, este tipo de tapujos es incontrolable, de ahí que DRY tenga por delante una enorme labor informativa en la calle.

Si pretendemos concretar el trabajo en éxitos deberemos ser conscientes que la prensa se alimenta del capital, no de la subscripción. El aborregamiento del que tanto hemos hablado ha sido otra de las consecuencias de una realidad distorsionada en donde la prensa no es cómplice, sino parte interesada de una apatía ante un saqueo consensuado entre los órganos de poder al que pertenece, al político y económico.

Creer que el periodista español vive en un estado de libertad de prensa, es creer que la veracidad de la difusión unidireccional se le puede ser confiada sin que un superisor entrenado para la estrategia informativa aplique unos criterios concretos, unos criterios bien afinados por la casta a la cual pertenecen.

La credibilidad de la prensa está en duda en la red, pero al igual que el movimiento 15M también sus representantes legítimos deben de salir a la calle para abrir los ojos a aquellos devoradores de panfletos ávidos de objetividad, que cegados por la droga informativa retornan satisfechos a sus casas como mensajeros de una realidad destorsionada. Se necesita un Periodismo Real Ya, y algunos ya han reaccionado a esta necesidad

Los top de la prensa son jueces que nos producen alegrías y penas como a hooligans ansiosos sin capacidad de leer entre líneas. El titular es la carnaza para que el despistado continúe con ese placer cotidiano de sentirse informado, sin darse cuenta que parte de la verdadera realidad se ha perdido en el interior de ese diario, en esa sección que sirve para que la crispación del denunciante mengüe en la balanza de la impotencia y el protagonismo.

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