Uno de cada cuatro alumnos abandona la facultad antes de concluir los estudios, sobre todo en los dos primeros años, mientras que la mitad tarda más de lo previsto en terminar la carrera
JORGE PARADINAS Un suspenso puede suponer para un alumno de la Universidad de Granada (UGR) decir adiós a las vacaciones de verano y romper los planes previstos con los amigos. Para el Estado, es decir, para las arcas públicas, la situación es mucho peor, ya que afecta directamente al bolsillo. El fracaso universitario le sale al Estado a razón de 3.300 millones, según un estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada. El gasto provocado por los malos estudiantes en el caso del campus granadino tampoco es desdeñable: alrededor de 100 millones de euros al año.
Dicha cifra se desprende de los 7.000 euros que, según la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, cuesta cada joven que deja la carrera o repite curso, circunstancia en la que se encuentran unos 14.000 estudiantes que abandonan una carrera en la UGR, según las estimaciones de la propia Universidad. El mayor índice de fracaso se produce en los dos primeros años de estudio, "fundamentalmente por el cambio tan brusco entre el instituto y la universidad, y porque muchos jóvenes se matriculan en unos estudios que no les gustan y que al final se convierten en un muro insalvable", explican desde el Vicerrectorado de Estudiantes.
El caso es que la situación en la UGR no ha cambiado demasiado en los últimos tres años, y la sangría de dinero, común al resto de campus públicos del país, se mantiene. El informe ´La Universidad española en cifras´ de 2006, ya advertía de que uno de cada tres alumnos de la Universidad de Granada dejaban los estudios en los que se había matriculado antes de tiempo. La gravedad de la situación de pende de los estudios. Algunas carreras de Humanidades registran una tasa de abandono que se acerca peligrosamente al 50%. Dentro de este grupo se encuentran también Derecho o Económicas, facultades con un amplío número de alumnos matriculados y en las que el primer curso se convierte en un muro en el que se estrellan muchos jóvenes.
La incidencia del abandono desciende en las carreras de Ciencias, en las que los resultados académicos suelen ser mejores año tras año. Los responsables universitarios, en cualquier caso, buscan cambiar la tendencia aumentando la motivación de los alumnos. La institución incluso ofreció hace dos años tutores para frenar el fracaso entre los alumnos de primero a través de un módulo del Gabinete Psicopedagógico de la UGR. Se trataba de un programa de ayuda psicológica para estudiantes novatos con el objetivo de favorecer su aclimatación al campus y mejorar su rendimiento.
La UGR, en realidad, cuenta con pocos ´alumnos modélicos´, si por estos se entienden a aquellos estudiantes que logran acabar los estudios en el plazo establecido, es decir, cinco años en el caso de las licenciaturas y tres en el de las diplomaturas. Fuentes de la UGR confirmaron que aproximadamente la mitad de sus alumnos tardan al menos uno o dos años más de los previstos en conseguir la titulación. Esta demora, por su puesto, se traduce en mayor desembolso en tasas de matrícula para el alumno y en un mayor gasto educativo para la administración.
Los expertos consideran que los más de 3.000 millones que desembolsa el Estado por los alumnos que dejan los estudios o repiten son "insostenibles". Por ello pretenden incidir en donde más ´duele´, es decir, en el bolsillo del estudiante y de sus familias. Se trataría de aumentar el importe de las matrículas hasta los 2.000 euros, además de penalizar con 300 euros cada convocatoria extra. El Gobierno, además, quiere premiar desde el próximo curso a los alumnos más aplicados con descuentos en la matrículas para aquellos que logren pasar ´limpios´ al siguiente curso. Todo sea por frenar esta sangría. ?
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