lunes, 30 de enero de 2012

Habla, que la tele escucha

Brian Lam en Wirecutter el pasado mes de diciembre:

El control de voz es ideal para alguien medio tumbado en su sofá, un domingo por la mañana y con un donut en la mano. No sé como he podido vivir sin él. Y no sé como la televisión, como concepto, va a poder vivir sin él.

Tras la vuelta del CES me puse como trabajo empezar a hablar con el televisor (no me estoy volviendo loco, tengo Kinect) para ver la utilidad del asunto. Muchos fabricantes van a lanzar este año pantallas (como Samsung) o mandos (como LG) con reconocimiento de voz. La idea es que en vez de pulsar los botones del mando basta con decir en voz alta las órdenes que queremos: televisor, cambia al siguiente canal; televisor, baja el volumen, etc?

Así explicado parece una idea un poco extraña por no decir directamente absurda. ¿Quién quiere hablarle a la tele? Es bastante más sencillo coger el mando a distancia, ¿no? Yo pensaba lo mismo. He probado algunos de estos televisores en convenciones y ferias pero más por curiosidad que por interés. Ahora, tras un par de semanas de uso intensivo, he descubierto que hay casos en los que tiene sentido, al menos si hablamos de la Xbox y Kinect.

El principal problema es que los periodistas estamos explicando mal el concepto de hablar al televisor. "Sube un canal" "Pasa a la primera" o "baja el volumen" son comandos posibles pero no son los que más se usan ni los que justifican la utilidad. Conforme los televisores se hacen inteligentes se encuentran con un problema. Los mandos tradicionales están pensados sólo para ese tipo de comandos fáciles y es frustrante usarlos en entornos de menú que sean algo más complejos.

Es lo que ocurre con la Xbox. Si quiero usar la consola para ver Hulu o Netflix en la televisión tengo que ir hasta el menú de Apps, buscar la aplicación y navegar por las opciones con el mando de la consola, que requiere usar las dos manos. Esto de por sí es un poco frustrante porque suelo ver la tele tumbado en el sofá y con la tableta, que también me ocupa las dos manos, y puede aplicarse también si estamos comiendo algo en el sofá o tenemos las manos manchadas de grasa. Como obstáculo añadido el mando tiene un sistema de ahorro de energía. Se apaga si no está en uso durante unos minutos. Si pongo una serie de televisión, cuando ésta acaba el mando está apagado. Hay que volver a encenderlo, etc?

Ninguna de estas situaciones es especialmente molesta, no pasa nada por esperar cinco segundos a que el mando se encienda o por dejar la tableta a un lado para cambiar de episodio o de película, pero resulta mucho más sencillo pedirlo con la voz. No hace falta gritar ni hacer pausas y por ahora no me he encontrado en ninguna situación en la que no reconociera el habla. La consola es capaz de entender mi voz incluso con el ruido de fondo de la propia televisión o de una conversación en la sala de estar y varias personas pueden usarlo de forma simultánea (no requiere entrenamiento). La única queja que tengo es que los comandos, en el caso de Kinect, a veces pueden resultar un poco limitados y son sólo para la consola. Mi tele, que es "tonta", no puede entenderlos así que los cambios de fuente de vídeo o de volumen general, por ejemplo, aún los tengo que hacer con el mando tradicional.

Es curioso que hasta ahora no se me hubiera ocurrido darle más uso, probé el control de voz con Kinect hace cosa de un año pero en cuanto vi que funcionaba lo desterré al cajón de "interesante, a ver cómo evoluciona". En aquella época sólo usaba la consola para jugar y no tenía tanto sentido. Sólo cuando he comenzado a usarla para ver en pantalla series y películas le he comenzado a ver la utilidad. Tampoco es que me haya cambiado la vida pero creo que vamos hacia un uso mixto de mando y voz, o al menos ese es mi caso, y que en unos años no hablarle al televisor será casi como levantarse para cambiar el canal.

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