Aunque sea una foto, este deportivo huele a churruscado. Y estaba casi nuevo. Lo que estamos viendo es el compartimiento del motor recién apagado (con extintor) de un Lamborghini Gallardo, que se incendió el pasado 25 de enero en la puerta de entrada del Salón del Automóvil de Portland.
El motor de este tipo de coches, por su potencia, en ocasiones se puede quemar de forma inesperada si no lo tratas con respeto; pero este no fue el caso. Bastó con una regla de seguridad, un dueño demasiado torpe y la confabulación de un cacho de madera para que aquello saliera ardiendo ante el asombro de los presentes.
Al parecer, en el Salón del Automóvil de Portland no se admiten coches en exposición con mas de 1/4 de depósito lleno de gasolina, por motivos de seguridad para prevenir incendios o accidentes. El Gallardo tenía un poquito más, así que tras varios intentos de convencer al personal para admitirlo con la gasolina que en ese momento tenia en el deposito, decidieron consumir el carburante que sobraba.
Pero en vez de salir a dar unas vueltas al complejo para gastar combustible, pensaron que lo mejor sería dejar el coche donde estaba, poner el punto muerto y darle zapatilla al motor sin marchas.
Y como apretar el pedal hasta el límite del cuentarrevoluciones puede ser contraproducente para los tendones del tobillo, también se les ocurrió que metiendo un taco de madera entre el pedal y el asiento podría dejarlo pisado a fondo, mientras ellos esperaban fuera.
Después de varios minutos de humo y estruendo, llegó el completamente predecible, inevitable y, por qué no decirlo, previsible final: el motor se sobrecalentó y se incendió. Lo apagaron con extintores, llamaron a la grúa y el Gallardo se retiró del salón con las orejas gachas, sin ni siquiera haber cruzado las puertas de entrada.
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