En culturas que permiten a los hombres tener varias esposas, la competición intra-sexual aumenta el número de crímenes, la violencia, la pobreza y las desigualdades de género frente a lo que sucede en las sociedades que practican la monogamia, según un estudio de la Universidad de British Columbia (Canadá) que acaba de publicar la revista Philosophical Transactions of the Royal Society. El antropólogo cultural Joseph Henrich y sus colegas aseguran que los matrimonios monógamos son beneficiosos para las sociedades porque reducen los problemas sociales.
“La escasez de mujeres casaderas en las culturas polígamas incrementa la competencia entre los hombres por las mujeres no casadas”, afirma Henrich, que añade que la poligamia fue anulada en Nepal en 1963, en la India (parcialmente) en 1955, en China en 1953 y en Japón en 1880. El aumento de la competencia en estas circunstancias hace que los hombres sean más propensos a tener comportamientos criminales, para obtener más recursos y mujeres. Eso explicaría por qué en las sociedades polígamas se dan niveles significativamente más altos de violaciones, secuestros, asesinatos, asaltos, robos y fraudes que en los grupos humanos monógamos, hoy mayoritarios en todo el mundo.
Por otra parte, Henrich argumenta que la principal ventaja cultural de la poligamia es una “distribución más equitativa de las mujeres que reduce la competitividad masculina y disminuye los problemas sociales asociados”. También implica un aumento de la edad a la que contraen matrimonio las mujeres. Además, favorece la planificación a largo plazo, la productividad económica, el ahorro y la inversión de los esfuerzos (y los recursos económicos) en los hijos.
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