Tanto si una experiencia es positiva como si es negativa, cuando está a punto de acabarse nos produce una sensación “extra” de placer. Es lo que asegura el investigador Ed O’Brien, del Departamento de Psicología de la Universidad de Michigan (EE UU), en el último número de la revista Psychological Science. Para demostrarlo realizó un experimento con medio centenar de sujetos a los que pidió que cataran diferentes tipos de chocolates (negro, con leche, con crema, con caramelo y con almendras), sin informarles de cuantos trozos de cada uno tomarían. Pero si les avisaron de cuándo sería el último. Todos los participantes disfrutaron más de ese trozo final, independientemente de cuál fuera su sabor.
O’Brien asegura que esta tendencia puede tener implicaciones en la vida cotidiana. Por ejemplo, el último libro de una trilogía y el último ponente en una conferencia serán recibidos de manera más positiva. Y el último candidato en una entrevista de trabajo parecerá más cualificado que el resto.
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