Las propiedades de la cubertería y la vajilla influyen en la experiencia de una comida. Por ejemplo, un postre servido en platos blancos parece más dulce. Y una "delicatessen" comida con cubiertos de plástico parece perder sabor, según tres estudios realizados por la Universitat Politècnica de València (UPV), la Universidad de Oxford y el King’s College de Londres, publicados recientemente en Journal of Sensory Studies y Food Quality and Preference.
En un experimento, tras dar a probar la misma muestra de un yogur de vainilla con una cuchara de metal y otra de plástico con acabado metálico, los consumidores, sin saber que era el mismo yogur, opinaron que la muestra consumida con la cuchara de metal era de mayor calidad y les gustó más a niveles estadísticamente significativos.
En un segundo estudio, llevado a cabo junto con investigadores del Instituto de Materiales de Londres (King’s College), se comprobó cómo distintos metales afectan al sabor de distintas muestras de cremas. Utilizaron cuatro cucharas: una de acero inoxidable, y otras tres bañadas en oro, cinc, y cobre. “Dimos a los participantes cinco cremas, una amarga, otra ácida, otra dulce, otra salada y otra neutra con cada una de las cucharas, pidiéndoles que evaluaran el sabor básico de cada muestra. Tras analizar los resultados, descubrimos que cada cuchara afectaba en mayor o menor medida la percepción del sabor de cada crema, algunas incrementando la intensidad del sabor dominante de las cremas. Por ejemplo, las cucharas bañadas en zinc y cobre, además de transferir un sabor algo amargo y metálico, realzaban el sabor dominante. Contrariamente a nuestras expectativas, su gusto metálico no influyó en la percepción del consumidor”, explica Betina Piqueras, investigadora de la UPV, a la Agencia Sinc.
En un tercer estudio, realizado por la UPV y la Universidad de Oxford, en colaboración también con la Fundación Alicia (Barcelona), los investigadores demostraron que el color del plato en el que servimos la comida puede condicionar cómo se percibe. Sin saber que lo que estaban probando en distintos platos era la misma mousse de fresa en platos blancos o negros, los consumidores tenían que evaluarla en dulzura, en intensidad de sabor, calidad y agrado. “Los resultados demostraron que la mousse servida en platos blancos fue percibida significativamente más dulce, más intensa de sabor, y gustó más”, explica Piqueras. Los científicos lo atribuyen a ilusiones ópticas de contraste: "el blanco del fondo puede que afecte a la percepción del color de la mousse, haciéndola parecer de un rosa más intenso, de ahí que la gente la perciba como más intensa en sabor, y consecuentemente, gustara más, en comparación al fondo oscuro", matiza la investigadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario