¿Quién dice que ser feliz es siempre bueno? Un estudio publicado en la revista Perspectives on Psychological Science revela que la felicidad tiene también una lado oscuro, que no debería concebirse como una cosa universalmente buena, y que en algunos casos puede incluso hacernos sentir mal.
Hay multitud de libros que nos dicen cómo podemos lograr ser felices. Pero establecer la felicidad como objetivo vital puede ser una mala idea, según la investigadora June Gruber, de la Universidad de Yale (EE UU), que asegura que la gente que se esfuerza por alcanzar este sentimiento como meta puede terminar sintiéndose mucho peor de lo que empezó. De hecho, un estudio previo realizado por Iris Mauss, de la Universidad de Denver, y sus colegas encontró que la gente que lee un artículo publicado en un periódico ensalzando la importancia de la felicidad se siente peor tras ver una película "feliz" o cómica que quienes leen un artículo que no habla de ser felices. La clave, aseguran, es la decepción que se produce cuando quienes persiguen la sensación de felicidad no se sienten mejor haciendo ciertas cosas.
Por otro lado, estudios recientes revelan que sentirnos “demasiado” felices nos hace pensar de manera menos creativa, además de tender a asumir más riesgos (conducir rápido, gastar los ahorros…). Por otra parte, ser felices a cambio de no tener una dosis mínima de emociones negativas -que juegan un papel importante en la vida- también es peligroso. El miedo nos impide asumir riesgos innecesarios, y la culpa nos recuerda que debemos portarnos bien con los demás. En definitiva, la mejor forma de sentirse felices es dejar de preocuparse por la felicidad e invertir la energía en mantener los lazos sociales que tenemos con otras personas. “El resto vendrá solo”, afirma Gruber
No hay comentarios:
Publicar un comentario