En noviembre de 2007, cuando Dominique Strauss-Kahn tenía 58 años, y acababa de ser elegido director del Fondo Monetario Internacional, la prensa supo cuánto iba a ganar: 496.280 dólares al año, (más o menos 350.000 euros). Era la primera vez que se comunicaba en público el salario del presidente del FMI.
Eso son más de 15 veces el salario de un mileurista y casi cuatro veces lo que gana el presidente de España. Es el salario de un alto ejecutivo de una multinacional.
Además, tiene derecho a viajar en primera clase, teléfono, tarjeta visa, casa, gastos de representación como comidas y se aloja en los mejores hoteles del mundo.
Y todo eso, ¿por qué?
Porque es la persona que vigila la economía mundial, reprime a los que se endeudan, decide prestar dinero a los que necesitan, y emite, como un profesor, sus notas periódicamente. Un cargo de prestigio, sin duda.
El FMI, como las grandes instituciones humanas, nació después de un cataclismo. Este cataclismo fue la Segunda Guerra Mundial. Los aliados se reunieron en Bretton Woods, (New Hampshire, EEUU), para diseñar el sistema económico mundial una vez que los alemanes y los japoneses fueran aplastados. El panorama era doloroso: casi toda Europa estaba en ruinas con sus fábricas destrozadas, sus ciudades ardiendo y sin recursos. Necesitaría ayuda para recuperarse, lo mismo que Irlanda, Grecia y Portugal han necesitado ayuda para salir de la crisis.
Para ello habría que crear un fondo de dinero que se repartiera a escala planertaria y de este modo nació el Fondo Monetario Internacional. ¿El mayor donante? EEUU, por supuesto. Sus industrias estaban relucientes sin haber sufrido ni un arañazo. Tenía mucho dinero.
Antes de prestar un sólo dólar, el FMI exigiría a cada país que controlase sus gastos. ¿Por qué? Porque si un país caía en el desequilibrio fiscal (más gastos que ingresos) perdería la confianza internacional y al final su moneda se debilitaría. Había que evitar que las divisas oscilasen para que el intercambio comercial mundial fluyese sin tropiezos.
Además, el FMI vigilaría las economía y emitiría informes periódicamente para conocer la inflación, el crecimiento, el déficit, etc. Estos informes servirían para que esos países que necesitaban ayudas económicas las recibieran a tiempo. Préstamos. Una lluvia de millones.
Gracias a esa aportación de dinero, las economías europeas pudieron salir de su profunda devastación. Ellas ganaron. Pero quien ganó de verdad fue EEUU que, no solo era el mayor donante de fondos al FMI sino que su moneda, el dólar, se convirtió en la moneda de la galaxia. La más poderosa.
El FMI ha tenido también críticas en su historia de 66 años. Se le ha criticado por exigir demasiados recortes a países pobres, o de querer aplicar la teoría del mercado a países que no tienen mercado. También se le criticó duramente por no haber previsto esta crisis financiera de 2008.
Cuando Rato era director gerente, en 2007, llegó a decir que la crisis era “manejable” a pesar de que en EEUU ya había estallado la bomba de las hipotecas basura. Strauss-Kahn le sucedió en plena crisis y una de sus primeras declaraciones fue que “no hay una profunda crisis de los mercados”, razón por la cual muchos le llamaron Dr. Feelgood. (Dr. Bienestar o Dr. Optimista).
Un año después, en una rueda de prensa, reconoció: “La economía camina a una recesión global”. Ese día, los mercados se estaban recuperando… pero inmediatamente se desplomaron. Era 9 de octubre de 2008. Poco después, el antiguo gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, dijo sorprendido en una entrevista: “Cuando ese están hundiendo los bancos, el FMI no puede entrar en el escenario y decir que la situación es terrible, que los bancos se van a hundir. No me fastidie, ¿usted qué ha hecho?“.
Esto demuestra que el cargo de director gerente del FMI es uno de los más poderosos del planeta pues sus palabras tienen efectos contudentes. Pero, si el director no fue capaz de prever la crisis, y si encima no mantiene la imagen de la institución, desde luego, no se merece ese medio millón de dólares que le pagan.
Durante los próximos meses la imagen de esta institución se va a ver muy castigada porque su director gerente, ese salvador de naciones en peligro, está en la cárcel. A partir de ahora se cuestionará todo al FMI. Pero especialmente saldrán a relucir el tren de vida, las extrañas costumbres y, desde luego, el salario de su mayor representante.
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