viernes, 6 de mayo de 2011

Bicicleta para ir a trabajar

Reduce la contaminación, mejora la salud y el rendimiento laboral y ahorra tiempo y dinero

Las bicicletas no solo son para el verano, también para ir al trabajo. Gracias a ellas, sus usuarios reducen la contaminación y el tráfico de las ciudades, mejoran su estado de forma y su rendimiento laboral, y ahorran tiempo y dinero. Pero antes de ponerse a pedalear, conviene seguir unos cuantos consejos para evitar posibles problemas. La concienciación es esencial para promover la bicicleta como medio de transporte laboral: los ciudadanos tienen que hacer ver esas ventajas a instituciones y empresas, para eliminar las posibles dificultades.

Bicicleta para trabajar: todo son ventajas
Menos contaminación: la bicicleta no necesita gasolina y, por ello, evita su impacto ambiental y la dependencia energética. En la actualidad, uno de los principales culpables de la mala calidad del aire en las ciudades es el coche, en especial los modelos diésel. La contaminación acústica también se reduce al circular en bici.

Mejora la salud personal, laboral y urbana: hacer ejercicio es saludable y coger la bicicleta a diario puede ayudarnos a estar en buena forma. Desde la ONG británica Sustrans, dedicada a ofrecer a los ciudadanos medios de transporte ecológicos y solidarios, aseguran que un usuario de bicicleta vive de media dos años más y se siente diez años más joven que una persona sedentaria. Con una buena condición física, la sensación de bienestar se incrementa, se reduce el estrés, se duerme mejor y, por tanto, el rendimiento en el trabajo aumenta.

Las ciudades también mejoran su “salud”: la circulación por sus “arterias” es más fluida si se cambian coches por bicicletas. Se estima que un automóvil necesita un espacio para aparcar similar al de diez bicis. Por su parte, el transporte público puede ofrecer un mejor servicio.

Ahorro de tiempo y dinero: diversas pruebas comparativas entre los diferentes medios de transporte urbano indican que la bicicleta es el más rápido. Los embotellamientos habituales de las horas punta se sortean más fácil, en especial si se pedalea por los cada vez más numerosos carriles-bici de las ciudades.

Si se sustituye el coche privado por la bicicleta, o si al menos se reduce su uso, el ahorro económico puede ser considerable. Por unos 150 euros, se puede tener una bicicleta decente, mientras que un coche de gama baja cuesta unos 7.000 euros. Después vienen otros gastos como el combustible, el seguro, el impuesto de matriculación, garaje o tarjeta de aparcamiento, revisiones, etc., que pueden ascender a 5.000 euros anuales y que la bicicleta no tiene. Ésta cuenta con unos gastos de mantenimiento mínimos, aunque tampoco se pueden olvidar, como frenos, engrase, etc., si bien las personas un poco manitas pueden realizarlos ellas mismas en casa. El gasto en transporte público también desaparece si se va sobre dos ruedas al trabajo.

La bici permite además ganar tiempo, al realizar dos actividades (hacer deporte y desplazarse), y dinero, ya que de esta manera no hace falta apuntarse a un gimnasio. En el blog Enbicipormadrid.es calculan un beneficio anual superior a mil euros.

Consejos para ir a trabajar en bicicleta
Recomendaciones previas: cambiar el coche o transporte público por la bicicleta para desplazarse por la ciudad es una experiencia a la que conviene habituarse. Por ello, es recomendable hacer antes trayectos cortos, pasear, visitar a un amigo cercano, etc.

Antes de ir al trabajo, hay que planificar el trayecto. Se deben evitar las vías con más tráfico motorizado y buscar rutas alternativas menos concurridas, a ser posible con carriles-bici, aunque haya que pasar por más calles.

Calcular las distancias y el tiempo también es muy importante para llegar a la hora. Si el trabajo está a una distancia superior a cinco kilómetros y/o tiene grandes desniveles u obstáculos importantes, se puede optar por una fórmula mixta y utilizar transporte público. Por lo general se pueden llevar bicicletas, pero conviene informarse con anterioridad de las normas y las restricciones. Y si hubiera prohibiciones, las reclamaciones ciudadanas son una forma activa de fomentar este medio de transporte ecológico.

Elegir modelo: lo más importante es seleccionar la bicicleta que más se adapte a las necesidades, gustos y presupuesto. Las urbanas son más ligeras y cómodas para andar en ciudad, las de montaña son más resistentes, las híbridas aúnan las características anteriores, las eléctricas ayudan al pedaleo y las plegables ocupan poco espacio y dan más opciones para llevarlas en transporte público y guardarlas en la oficina. Y si están dentro del recorrido y horarios, otra opción son las bicicletas de préstamo público.

Poner a punto la bicicleta: hay que cuidar varios elementos necesarios para ir al trabajo. Los cubrecadenas y los guardabarros en las ruedas delantera y trasera evitarán posibles manchas. Una cesta delantera y/o una cesta trasera servirán para llevar el maletín o cualquier otro elemento laboral. Las luces y los elementos reflectantes harán más visibles a los ciclistas para los coches y son obligatorios si se circula de noche. Conviene tener una bomba, unos parches y una llave multiherramienta para mantener la presión de las ruedas y arreglar posibles pinchazos.

Tener la vestimenta adecuada: se puede ir con todo tipo de ropa, incluso traje, si se ponen los medios para evitar que se ensucien, como agarraderas para los tobillos. No es recomendable ir muy abrigado, porque enseguida se entra en calor. Una elección acertada es llevar alguna prenda externa cortavientos. Si se suda mucho, se puede llevar una camiseta interior de repuesto. Para los días de lluvia, un chubasquero impermeable y transpirable o una capa con vuelo, de manera que al ir apoyada sobre los brazos tape también las piernas. El uso del casco no es obligatorio en vías urbanas (sí en interurbanas), pero siempre es recomendable por seguridad. También se puede optar por una mochila o un bolso en bandolera para llevar materiales de trabajo, o la ropa que pueda sobrar durante el camino. Unos guantes, además de quitar frío, pueden reducir los daños en caso de caída. En cuanto al calzado, ha de ser lo más cómodo posible y, si se puede, con suela antideslizante.

Hacer una conducción relajada, atenta y responsable: para evitar sudar y ponerse en riesgo, lo mejor es ir a una velocidad tranquila, sin agobios. Al ponerse en carretera, el respeto y la educación cívica son la base. Hay que seguir las normas de tráfico para no tener problemas con los coches, y respetar a los peatones. Como la bicicleta es el vehículo rodado más débil, conviene cuidar la seguridad, en especial en las intersecciones, donde los coches se fijan menos en las bicicletas. En calles estrechas es mejor ir por el centro del carril para evitar posibles adelantamientos peligrosos. Conviene estar atento a los posibles obstáculos, grietas, hoyos, etc. que pudiera haber en el camino. Mucho cuidado con la pintura de los carriles-bici o las marcas viales de la carretera, que a menudo resbalan cuando llueve.

Buscar una buena zona de aparcamiento: lo idóneo sería tener un lugar reservado en el lugar de trabajo o dentro del propio edificio. Es fundamental concienciar a los compañeros y jefes de la importancia y ventajas del uso de la bicicleta y que se pongan los medios para ello. Si no es posible, hay que buscar lugares resguardados contra las inclemencias meteorológicas y el vandalismo, y llevar un buen candado.

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