Al llegar la primavera y prolongarse las horas de luz se producen cambios en el organismo. Nos sentimos más sanos, dinámicos, optimistas y llenos de energía. ¿Por qué? Un equipo de investigación del Reino Unido ha desentrañado los procesos que controlan los cambios hormonales con el paso de las estaciones. Sus hallazgos se publican en la revista Current Biology, y podrían ser útiles en el tratamiento del trastorno afectivo estacional (TAE).
Los investigadores, pertenecientes a las Universidades de Edimburgo y Manchester (Reino Unido), descubrieron dos genes, EYA3 y TAC1, que se activan cuando aumentan las horas de luz en primavera y, en consecuencia, elevan la concentración de ciertas hormonas. Curiosamente, el gen EYA3 desempeña una función similar en aves y mamíferos que se ha mantenido durante millones de años de evolución.
La clave de su acción parece estar en una molécula denominada tuberalina, producida en la glándula pituitaria, situada en la base del cerebro, que envía señales a las hormonas implicadas en el control de los cambios estacionales del organismo.
Otra pieza esencial es la hormona melatonina, básica para los ajustes estacionales del organismo. Además, la glándula pituitaria estimula la secreción de la hormona prolactina, que ayuda a los mamíferos a adaptarse al aumento de las horas de luz y a otros cambios estacionales.
El profesor Dave Burt, del Instituto Roslin de la Universidad de Edimburgo, asegura que “la identificación de estos genes no sólo aclara el funcionamiento de nuestro reloj biológico anual interno, sino que además indica que existe una relación llamativa entre mamíferos y aves que se ha conservado más de 300 millones de años.” Al fin y al cabo, añade, gran parte de nuestro comportamiento viene determinado por las estaciones, que influyen en el almacenamiento de grasas, la reproducción o la capacidad para combatir enfermedades.
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