Científicos de la Universidad de Chicago (EE UU) han demostrado que resolver puzles entre los 2 y los 4 años de edad ayuda a desarrollar habilidades espaciales y matemáticas que resultan de gran utilidad en la vida adulta. En concreto, los niños que han jugado con puzles tienen mayor habilidad cuando crecen para transformar mentalmente formas. Y esta habilidad es un indicador clave de la mayor tendencia a cursar (y a obtener buenas notas) estudios de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas de la vida adulta. Según publican Stella M. Rowley y sus colegas en la revista Developmental Science, el lenguaje sobre conceptos espaciales que utilizan los padres al jugar con los niños también podría influir en el desarrollo de estas habilidades cognitivas.
Por otro lado, un estudio publicado hace poco en la revista Archives of Neurology revelaba que las personas que hacen crucigramas y resuelven puzles tienen menos presencia de la proteína beta-amieloide en sus cerebros, el principal componente de la placa amiloide que acompaña al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
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