Ksenia Sobchak es para los rusos lo que Paris Hilton para los estadounidenses. Rubia, delgada, siempre a la moda y con fama de niña mimada ha sido durante años la cara amable del Kremlin. Por eso, su participación en las protestas más grandes contra el sistema desde la caída de la URSS fueron acogidas con recelo.
Sobchak es hija de Anatoli Sobchak, el difunto amigo del todopoderoso Vladímir Putin, perteneciente a la alta sociedad y exalcalde de San Petersburgo, la segunda ciudad más importante de Rusia. Cuentan que Putin lloró en el funeral de Sobchak en 2000.
Ahora Ksenia es una voz más contra el aspirante a la presidencia de Rusia. Apareció por sorpresa en al víspera de Navidad, entre 100.000 manifestantes: «Mi nombre es Ksenia Sobchak y tengo algo que perder, pero sin embargo estoy aquí».
Presentadora de un popular «reality-show» y autora de libros sobre cómo alcanzar el éxito, ha visto cómo han cancelado recientemente otro programa de entrevistas en la MTV. Entrevistó a varios líderes de la oposición vetados por la televisión estatal. Querer dar voz al bloguero que lucha contra la corrupción, Alexe Navalny, acabó con el programa.
Entrevistó a varios líderes de la oposición vetados en la televisión estatal
«Teníamos apalabrada la entrevista con él. Comencé a preparar el programa, a reunir material y fue entonces cuando lo cancelaron», explicó Sobchak. Según la MTV rusa, la decisión se explica porque el programa tenía un atractivo limitado para el público joven, que esperaba entretenimiento en lugar de política.
Es el último capítulo de un enfrentamiento, el de Sobchak contra el régimen, que comenzó el año pasado cuando publicó en Twitter un vídeo contra Vasily Yakemenko, fundador de un movimiento juvenil favorable al Kremlin. Después dijo que Putin seguía teniendo una «oportunidad para el diálogo, un cambio gradual hacia un sistema diferente, elecciones libres, jueces honestos y, lo más importante, funcionaros no corruptos».
Poco a poco se está ganando el favor de una oposición que sigue mostrando en la calle su rechazo a Putin. La última marcha, este domingo, llevó a cientos de coches adornados con cintas blancas y globos, símbolo del movimiento de protesta, a las calles de Moscú. Según los organizadores, hasta 2.000 personas participaron en ella.
Este tipo de manifestaciones comenzaron tras las sospechas de fraude en las elecciones parlamentarias celebradas en diciembre. Rusia Unida, el partido de Putin, logró mayoría absoluta.
Putin, en plena campaña para las presidenciales del próximo 4 de marzo, organiza contramanifestaciones para reducir el efecto del descontento. Este fin de semana, miles de personas se reunieron en torno al lema «Por la gran Rusia» en varias ciudades. Marchas que, según la oposición, están motivadas por una combinación de amenazas y pagos a los funcionarios.
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