La piel se daña con la radiación ultravioleta (UV) procedente del Sol. Los rayos con longitud de onda más corta (UV-B) tienen más energía y son más dañinos, pero tanto los rayos UV-B como los UV-A pueden causar quemaduras, cáncer de piel y envejecimiento prematuro. Para evitarlo se emplean lociones con filtros químicos solares como el PABA (ácido para-amino benzoico), el ácido cinámico, el ácido sulfónico o el alcanfor, que absorben la radiación UV. Las distintas concentraciones en la loción de estas sutancias determinan el factor de protección de la piel (SPF, siglas de skin protection factor). Los valores del SPF varían entre 2 y 50. El número mide cuantas veces más se puede estar expuesto al sol sin sufrir quemaduras que si no se hubiera utilizado la protección solar. Por ejemplo, un FPS 15 significa que se puede permanecer al sol 15 veces más. Se estima que una piel normal puede exponerse al sol sin peligro durante 20 minutos.
La mayoría de los médicos recomiendan un nivel de factor de protección solar (FPS) de 30 o superior. No se ha demostrado que los valores de FPS superiores a 50 ofrezcan una mejor protección que un producto con un FPS de 50.
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