Hablar de uno mismo activa los mismos circuitos de gratificación
en el cerebro que el sexo y la comida, según demuestra una
investigación presentada ayer por psicólogos de la Universidad de
Harvard (EE.UU.).
“Los seres humanos dedican entre el 30% y el 40% de lo que hablan a
informar a otras personas de sus propias experiencias subjetivas”,
escriben los autores de la investigación en la revista Proceedings de la
Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., donde han presentado sus
resultados. En redes sociales como Twitter, el porcentaje se sitúa por
encima del 80%. Esta propensión a compartir las vivencias propias se
manifiesta ya en niños de nueve meses, que intentan llamar la atención
de los adultos sobre lo que les parece importante.
Para comprender esta afición tan humana a comunicar las vivencias
propias a otras personas, los investigadores Diana Tamir y Jason
Mitchell han diseñado una serie de experimentos para los que han
reclutado a más de 200 voluntarios. En un primer experimento, se ha
registrado la actividad cerebral de los voluntarios con resonancia
magnética. Se ha comparado qué ocurría en su cerebro cuando pensaban en
sus propias creencias, opiniones y rasgos de personalidad y cuando
pensaban en los de otras personas.
Los resultados muestran que, al pensar en ellos mismos, se les
activan el núcleo accumbens y el área tegmental ventral en el centro del
cerebro. Estas mismas áreas se activan ante estímulos gratificantes
como el sexo y la comida. Al pensar en los demás, en cambio, la
actividad en estas áreas del cerebro es baja.
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