A juzgar por los primeros datos, los motores de aire comprimido parecen interesantes: La autonomía de 300 kilómetros que alcanza el Mini Cat es superior hoy por hoy a la de cualquier eléctrico enchufable, y sus responsables calculan que el coste de circular con este modelo no pasaría de unos 50 céntimos por cada 100 kilómetros recorridos -llenar el depósito saldría por 1,5 euros-.
El único gas que emite el Mini Cat es aire a una temperatura de entre -15º C y 0ºC. Otra de las ventajas de no necesitar del proceso de combustión es el menor número de revisiónes: por ejemplo, basta con un cambio de aceite cada 50.000 km.
Ahora bien, como suele suceder con estas tecnologías, el mayor problema reside en la infraestructura para que funcione: las gasolineras deberían instalar compresores de aire o, en su defecto, el propietario del vehículo en su garaje. En la gasolinera no llevaría más de tres minutos; en casa, entre 3 y 4 horas. Otra pequeña pega es que su velocidad máxima no pasa de 105 km/h.
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