La pteronofobia es, básicamente, en el miedo injustificado, persistente y anormal a recibir cosquillas con plumas. Esta fobia lleva al que la padece a tener aversión o temor a las plumas, muy especialmente cuando son utilizadas para hacerles cosquillas. Se asocia su origen a ciertos episodios de la niñez, con el sentimiento de angustia que puede sufrir el niño cuando un adulto insiste en realizarle cosquillas al malinterpretar su risa, que no es más que un acto reflejo, con una expresión de felicidad del niño.
Aunque no existe la pteronofilia, sí que hay un término referente al placer de hacer o recibir cosquillas, aunque necesariamente no tiene por qué incluir plumas, es la acarofilia. La diferencia entre esta y la llamada knismolagnia, otro término relacionado, consiste en que ésta última es una parafilia, lo que le confiere un componente sexual o fetichista, hay excitación producida por las cosquillas.
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