Aquí el que no corre vuela (siempre y cuando no haya huelga de Iberia, claro) y Christian, el hombre del badajo como las campanas de Notre Dame, es una de esas personas que saben ver las oportunidades.
Y si no las ve, se las inventa. El caso es que la pobre Laisa iba a darse una ducha para quitarse el sudor que le sale de estar bailando todo el día (no para ni debajo del agua, literalmente) y el amigo Christian estaba allí para bañarse con ella.
Afortunadamente y para no acabar en la cárcel por acoso, el chaval mantuvo a la anaconda obesa dentro del bañador con que se metió a la ducha de cristal.
Pero no os creáis, lo mismo antes de que se vaya la brasileña el muchacho de la Tizona en la entrepierna logra ligársela. Más que nada porque compartir roña en una ducha une mucho. La gente dice que si besarse o tener sexo, pero es una mierda pinchada en un palo comparado con darle tu mugre a otra persona y que ésta te de la suya.
Y hablando de parejas.
Ya íbamos echando en falta galas lacrimógenas y la vamos a tener pero bien. Más que nada porque este jueves van a meter en la casa (sólo de visita) al novio de Sindia, para que veamos como la zagala llora como una mandarina exprimida y le da explicaciones al novio sobre su relación con Pepe.
Lo más probable es que al novio de Sindia le de un soponcio al ver lo que le han hecho en el pelo a su amada: mechas chungas. Sí, a Sindia, que tiene el pelo oscuro como el culo de un grillo, le han hecho mechas rubias para hacer “reflejos”. Al final, lo que le ha quedado es un color como de paja en estado de putrefacción.
Se le podría cantar “el pelo que tiene Sindióoooon, ni es rubio, ni castaño ni tiene color”.
Peeeeero eso no es todo. También van a meter a un Paolo, el italiano ex novio de Noemí. Sí, efectivamente, el chaval no pinta nada en una gala. Ya puestos, le podían haber llevado al niño que le gustaba cuando iba al colegio, que lo mismo, es el rubio del colacao.
Hablando del niño que robaba olas en el mar como se roban pilas en el súper: a Noemí le han regalado una tabla de surf (ha sido su cumpleaños) para que la usen en la piscina, que hay mucha ola.
Y como ya os he dicho muchas veces, amados lectores y amadas fans de mi cuerpo escombro, este es el Gran Hermano de los sentimientos, y para demostrar esta teoría mía, que algún día colgará en un museo junto a la del Einstein ese, Michael ha dicho que le gusta Berta.
Sí, el policía se nos ha enamorado. Pero claro, teniendo en cuenta que en lo que va de concurso le han dado dos veces calabazas, Berta antes puede acabar enrollada con Milhouse que con él.
Y es que en el diccionario, junto al término “pagafantas” (que la RAE recomienda usar cuanto más mejor) hay una foto de Michael. Según él a Berta también le gusta él, pero claro esa es la visión del policía que no pudo descubrir en una casa cerrada quién robaba comida.
A estas alturas empiezo a pensar que Michael sea virgen y que la única pistola que ha usado sea la que lleva en el curro.
Si hay justicia en el mundo, veremos cómo Berta pasa como de Michael como de llevar bragas de esparto. Más que nada porque Ariadna pueda verlo y decirle “te jodes, haberte quedado conmigo, pasmao”.
Por otro lado hay una persona en la casa que se siente sola: Juan. Sí, el cura se siente solo, lo que no deja de ser raro, teniendo en cuenta que está casado con dios (si se casan las monjas, ¿por qué no los curas? los casa Pedro Zerolo y punto).
Piensa el Páter que si se fuera de la casa nadie lo sentiría y que le echarían de menos. Esto es tener recursos y no querer usarlos. ¿Por qué no hace un milagro? No sé, abrir las aguas de la piscina, multiplicar las patatas y los macarrones, hacer normal a Dani… Así se haría popular y todos le querrían.
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