Los turistas que visitan países como Marruecos y la India se quedan boquiabiertos al comprobar con sus ojos cómo los encantadores de serpientes hacen surgir del interior de una cesta de mimbre una amenazadora cobra que parece bailar hipnotizada al ritmo de una flauta de caña. La exótica escena no es otra cosa que un simple montaje, pues las serpientes son totalmente sordas, hasta el extremo de que carecen de tímpanos, de ahí el dicho popular “Si el topo viera y la víbora oyera, no habría quien al campo saliera”.
Existen numerosos ensayos científicos que demuestran la sordera de los ofidios, aunque también es cierto que pueden captar vibraciones de baja frecuencia en el suelo. Así pues, las cobras no salen del cesto encantadas por la melodía, sino que siguen atentas los movimientos que realiza el encantador con la flauta, ya que la consideran una amenaza. Por último, el hecho de que nos parezca que están hipnotizadas se debe a que los ojos de las serpientes carecen de movimiento.
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