La tendencia a dejar de comer durante horas para compensar las calorías ingeridas con las bebidas alcohólicas se está extendiendo, sobre todo, entre las chicas jóvenes, que son las que primero se preocupan por adelgazar. Varias publicaciones se han hecho eco de este comportamiento insano, y podría incluirse dentro del grupo de los trastornos de la conducta alimentaria. La drunkorexia (del término inglés drunk –estar bebido– y por el sufijo orexia –apetito–) surge porque los jóvenes de hoy, dadas las calorías que tiene el alcohol, deciden que entre comer o beber, prefieren la segunda opción.
Si tenemos en cuenta que una lata de cerveza supone 110 calorías, un vaso de vino unas 80 calorías y un combinado supera las 200 calorías, muchos adolescentes a dieta escogen estas bebidas frente el plato de garbanzos. El asunto es doblemente preocupante en las mujeres ya que el hígado femenino sufre más por el alcohol, aunque ingiera menos cantidad y durante un tiempo más corto que el hombre. Bebiendo la misma cantidad que un varón, la sangre de una mujer absorbe entre un 30 y un 50% más. El corazón es también más vulnerable y con un 60% menos de alcohol puede sufrir la misma cardiopatía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario