Este tipo de paneles se extienden a televisiones y dispositivos móviles, aunque su recorrido en el mercado se desconoce
Se podría decir que la belleza femenina entiende de curvas. Al igual que en las personas, la tecnología busca seducir con nuevos inventos. Los avances se multiplican, los fabricantes tratan de innovar, el mercado acoge o rechaza dispositivos que se lanzan y que apuntaban a ser revolucionarios pero que, al final, se traducen en fiascos.
La tendencia actual en materia de dispositivos móviles son las pantallas cada vez más grandes (de ahí la irrupción del formato «phablet», que une los conceptos de «smartphone» y «tablet»), de mayor resolución (solo hay que fijarse en el LG G3), orientados a la productividad (la nueva Samsung Galaxy Note 4 ha pensado en ello), hacerlos vestibles (de ahí la tecnología llamada «wearable») y, ahora, curvar estas no se sabe muy bien para qué.
En la última edición de la feria IFA de Berlín, que se ha celebrado este fin de semana en la capital alemana, se han mostrado los avances en tecnología. Ha llamado la atención Note Edge, una versión del Note 4 pero que destaca por contar con una pantalla curvada que cobra vida en el lateral derecho del dispositivo, donde añade nuevas funciones táctiles autónomas con respecto al resto de la pantalla, tales como un panel de notificaciones.
Hace un año, en esa batalla que mantienen las surcoreanas LG y Samsung, se mostraban algunos dispositivos diferentes. El LG G Flex (715 euros) se convirtió en el primer «smartphone» con pantalla curvada. Esta se inclinaba en forma de arco en vertical. La firma considera que, de esta manera, es posible una mejor adaptación al rostro durante las llamadas de voz y, además, su capacidad de hacerse flexible es capaz de soportar el peso de hasta 50 kilogramos. Fácil es imaginarse el móvil escondido en el bolsillo trasero de un pantalón y los riesgos al sentarse.
Además, y con todo, es autorreparable a las rayaduras, claro, que siempre que estos no sean profundas ni superen la primera película. Tras este ejemplo desembarcó el Galaxy Round (800 euros), un terminal de Samsung que, a diferencia del modelo anterior, se curva en horizontal, una característica pensada para dos factores: una mejor ergonomía y ampliar las funciones, ya que con el «Gravity Effect» permite crear interacciones visuales con la pantalla al inclinar el dispositivo. El recorrido en el mercado de ambos dispositivos se desconoce. Lo cierto es que, según algunos estudios, los dispositivos flexibles tienen una durabilidad menor y, además, resultan más costosos en su fabricación.
Mismo camino han seguido las televisiones. Estas, cada vez menos «cajas tontas», han sucumbido a la belleza de la curva. Samsung y LG han ideado modelos que se curvan, algunos de forma automática, todo para mejorar la experiencia visual y obtener unas sensaciones tridimensionales, ya que la tecnología 3D con gafas ha resultado otro de los grandes fiascos de la tecnología más reciente. El reto de estos formatos de televisor es acercarse al efecto de las pantallas del cine, en donde desde cualquier punto de la sala en el que nos sentemos la imagen se aprecia nítidamente.
Cómo se fabrican
Curvar las pantallas no es tan difícil como puede parecer. El método es prácticamente similar a la de un panel plano. Lo que difiere y el punto de inflexión es el material utilizado. En caso de que esta sea OLED -compuesto por unos componentes orgánicos- es posible malear el formato fácilmente. Estos paneles se encuentran en los televisores de alta gama, pero su fabricación es más costosa y, además, su vida media se estima en unos diez años. No sucede lo mismo que el formato LED, que ya llevan unos años con nosotros y cuyo precio se ha reducido considerablemente. Y parece que la curva atrae. Según un estudio de la Universidad de Hardvard, las líneas rectas pueden producir ansiedad.
Curvar las pantallas no es tan difícil como puede parecer. El método es prácticamente similar a la de un panel plano. Lo que difiere y el punto de inflexión es el material utilizado. En caso de que esta sea OLED -compuesto por unos componentes orgánicos- es posible malear el formato fácilmente. Estos paneles se encuentran en los televisores de alta gama, pero su fabricación es más costosa y, además, su vida media se estima en unos diez años. No sucede lo mismo que el formato LED, que ya llevan unos años con nosotros y cuyo precio se ha reducido considerablemente. Y parece que la curva atrae. Según un estudio de la Universidad de Hardvard, las líneas rectas pueden producir ansiedad.
Las principales marcas llevan varios años de investigación y solicitudes de patentes para desarrollar pantallas que se doblen con facilidad, una idea muy cinematográfica. Apple y Samsung han hecho lo propio y buscan llevar estos paneles a un aparato del mercado de consumo que ha revolucionado tanto la economía como la sociedad: el teléfono móvil inteligente.
Una de las técnicas estudiadas (Apple) es calentar las pantallas a altas intensidades para, posteriormente, moldearlas a su antojo. Para ello, se requiere de materiales tipo polímeros en lugar del silicio que habitualmente se encuentran en los componentes para poder crear las flexibilidad de los objetos.
La fiebre por este tipo de pantallas no ha hecho más que empezar. Los dispositivos «wearables» -vestibles, en español- también han comenzado a curvarse, como el Gear S, un reloj inteligente capaz de efectuar llamadas. Habrá que ver hasta dónde llega la curva o si nos saldremos de ella.
Fuentes: abc
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