Desde hace tiempo se conoce que el ejercicio es beneficioso para el cerebro. Pero hasta ahora no estaba claro a qué se debía. Investigadores estadounidenses aseguran haber desvelado la incógnita tras identificar una molécula llamada irisina que se produce en el cerebro cuando practicamos un ejercicio físico de resistencia y que tiene efectos neuroprotectores, según publican en la revista Cell Metabolism.
En sus experimentos, Bruce Spiegelman, y sus colegas del Instituto del Cáncer Dana-Farber y la Universidad de Harvard detectaron que una molécula llamada FNDC5 y su producto derivado, irisina, se elevan por la práctica de ejercicio de resistencia en el cerebro y aumentan la expresión de un factor de crecimiento llamado factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) que mejora la función cognitiva y disminuye los síntomas de las enfermedades neurológicas. Además, aumentando artificialmente los niveles de irisina en la sangre lograron activar los genes que participan en el aprendizaje y la memoria.
En sus experimentos, Bruce Spiegelman, y sus colegas del Instituto del Cáncer Dana-Farber y la Universidad de Harvard detectaron que una molécula llamada FNDC5 y su producto derivado, irisina, se elevan por la práctica de ejercicio de resistencia en el cerebro y aumentan la expresión de un factor de crecimiento llamado factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) que mejora la función cognitiva y disminuye los síntomas de las enfermedades neurológicas. Además, aumentando artificialmente los niveles de irisina en la sangre lograron activar los genes que participan en el aprendizaje y la memoria.
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