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martes, 17 de abril de 2012

Investigan cómo acelerar la perdida de la grasa

Científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) investigan cómo estimular farmacológicamente la actividad de la grasa parda (la buena) para lograr que los obesos eliminen grasa blanca (la mala) rápidamente y sin apenas ejercicio físico.

La investigación, basada en la recién descubierta hormona irisina, que se activa con el ejercicio físico y convierte el tejido adiposo blanco en marrón, ha sido el tema escogido por el editorial de la Cell Metabolism del pasado mes de marzo.

La irisina fue descubierta hace poco por un grupo de científicos estadounidenses de Harvard que publicó sus hallazgos en Nature.

Hasta entonces se sabía que, con el deporte, los músculos producían gran cantidad de una molécula llamada PGC1-alfa, que los hacía mucho más resistentes.

Además, los ratones que tenían grandes niveles de esta molécula estaban más delgados y vivían más que los otros.

Dado que la PGC1-alfa no actuaba fuera del músculo, había que averiguar a través de qué canales el ejercicio se comunicaba con los tejidos del cuerpo.

Tras varias pruebas, los científicos estadounidenses demostraron que la irisina era la molécula que buscaban: esta molécula mensajera se libera fuera del músculo y, a través de la sangre, llega hasta las células de grasa blanca contribuyendo a que se vuelva parda.

Además, al aumentar su cantidad en roedores obesos y diabéticos, estos mejoraron considerablemente respecto a los otros.

Los investigadores de Harvard observaron también que las personas físicamente activas tienen niveles más elevados de irisina que las sedentarias y que la irisina de ratón y la humana son idénticas.

Faltaba comprobar si los beneficios probados en ratones se replican en humanos y si la hormona, administrada como fármaco en caso de obesidad resistente, en el control de la diabetes o en aquellas personas que no pueden realizar ejercicio físico, tiene efectos secundarios y de qué grado.

Partiendo de estos hallazgos, la investigación del equipo de Villarroya se centra en cómo convertir la grasa parda en blanca.

El cuerpo humano tiene dos tipos de grasa: la blanca, cuya acumulación es perjudicial, y la parda, beneficiosa y encargada de suministrar la energía necesaria para la actividad celular.

La grasa parda (llamada así porque es de color marrón oscuro) actúa como una caldera de calefacción humana que mantiene calientes a los mamíferos, también a los humanos, y es imprescindible para la supervivencia de los recién nacidos.

En los humanos, su distribución varía según la edad, niveles de glucosa, sexo e Indice de Masa Corporal (IMC), de modo que a más masa corporal, menor cantidad de grasa parda en el organismo, y al contrario, un hecho que además confirma que esta adiposidad regula el peso corporal y protege contra la obesidad y el sobrepeso.

A su vez, también ayuda a comprender por qué algunas personas comen mucho y no engordan ni padecen diabetes tipo 2 y otras sí.

Los estudios del equipo Villarroya apuntan a que la grasa parda puede detectarse exponiendo a las personas al frío, reduciendo su temperatura corporal y permitiendo así activarla y quemar calorías mucho más rápido que la grasa regular.

Con estos avances, los investigadores del CIBERobn buscan ahora estimular farmacológicamente la actividad de la grasa parda "para conseguir que los pacientes obesos puedan eliminar su exceso de tejido adiposo blanco, pudiendo adelgazar con más facilidad y menos ejercicio físico", explica Villarroya.​

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