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jueves, 5 de mayo de 2011

¿Dormir poco engorda?

La alteración de los ritmos circadianos, especialmente en la infancia, podría favorecer la aparición del sobrepeso. Y a la inversa, la obesidad incrementa el riesgo de sufrir trastornos del sueño, como el insomnio, los ronquidos o la apnea. Es la conclusión a la que llegan los miembros del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) de España.

Estudios destinados a buscar medidas correctoras y terapéuticas han evidenciado que una elevada proporción de niños obesos presenta una disminución en las horas de sueño, ya sea por pasar muchas horas delante del televisor, ordenador o videoconsola o por presentar algún tipo de trastorno, como la apnea, el insomnio, los ronquidos o el sonambulismo. Las últimas investigaciones "han demostrado que dormir una hora adicional por la noche ayudaría a controlar la obesidad infantil, manteniendo un índice de masa corporal más bajo y estar menos expuestos a la obesidad los cinco años posteriores". Además se ha constatado también que "sólo una hora de más disminuiría hasta un 36% la posibilidad de que los niños sufran sobrepeso" apunta la Dra. Empar Lurbe, investigadora de la red consorciada especializada en nefrología pediátrica.

Por otra parte, según un reciente estudio de la Universidad de Stanford (EE UU), las personas que duermen menos de 5 horas, comparado con aquellas que duermen 8, producen mayores niveles de grelina y descenso en los de leptina. La consecuencia más importante de estas alteraciones neuroendocrinas es el aumento del apetito, especialmente por alimentos hipercalóricos y ricos en hidratos de carbono, para intentar sustituir la energía que no se recuperó por la falta de un sueño reparador. Y esto acaba provocando una sobrealimentación y, en último término, ganancia de peso.

A la vista de estos datos, el CIBERobn constata que las personas tienden a comer más cuando no duermen bien, aparte de que los trastornos del sueño interfieren con los mecanismos de control del metabolismo que regulan el apetito y los niveles de actividad física. Por tanto, la falta de sueño o su mala calidad deriva en una disminución sustancial del ritmo metabólico y la caída en los grados de ejercicio físico, lo que incide en el acopio de grasa.

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