Los equipos SEAL fueron creados el 1 de enero de 1962, por orden del presidente John F. Kennedy, que quería una nueva fuerza de comandos de élite que operase desde el mar, el aire y la tierra (de ahí el acrónimo, el SEALs: sea, earth, air).
Para poder llevar a cabo tales misiones, los SEALs deben someterse a un duro entrenamiento. Solo muy pocos lo superan. Pero ese entrenamiento es la base de su eficacia y de su supervivencia. Como recuerda uno de los Seals para The Wall Street Journal, los instructores solían decir: "Cuanto más sudes en el entrenamiento, menos sangre derramarás en la guerra." El ex miembro de los SEALs se llama Eric Greitens y ha escrito el libro 'The Heart and the Fist' ('El corazón y el puño').
Los rigores de los SEALs comienzan el mismo día en que entran en base llamada de Demolición Submarina / SEAL de formación en Coronado, California. Es conocido por ser el campo de entrenamiento militar más duro del mundo. Esa etapa dura seis meses. Entre sus "alumnos" hay licenciados universitarios, deportistas y muchas estrellas del fútbol americano, campeones de natación, y boxeadores. "Sólo el 10% ó el 20% de los hombres que empiezan suele llegar hasta el final", confiesa el ex Seal a WSJ.
Una de las pruebas más duras consiste en hundirse en una piscina con las manos atadas a la espalda y los pies inmovilizados. Deben salir a la superficie, tomar aire y volver sumergirse solo con el impulso de las partes móviles del cuerpo. Otra consiste en subir montañas con mochilas de entre 30 y 50 kilos
La prueba más dura
Pero sin duda la prueba más dura es la denominada Semana del Infierno: se trata de superar una semana de duro ejercicio y de prácticas en la cual se duerme entre dos y cinco horas en San Diego (California). Los instructores recomiendan al pelotón abandonar esta prueba, para ir mellando la moral de los más débiles. Por ejemplo, los futuros SEALs se sumergen con armas hasta el pecho y deben aguantar el agua fría del mar durante mucho tiempo. Horas y horas.
Luego deben ir a la playa y arrastrarse por la arena caliente pero cuando sus cuerpos vuelven a temperatura normal, suena un silbato y de nuevo al mar. Así pueden estar horas y horas, e incluso días. Del mar a la arena y vuelta al mar. Los instructores no paran de decir que es el momento de darse de baja. Los más débiles van cayendo y se retiran. Es el momento en que la mayoría tira la toalla y se acercan a una campana para tocarla. Se han rendido.
De un grupo de más de 200, al final de esta Semana del Infierno sólo quedan unos 20. Y los sorprendente es que los que sobreviven no son los héroes del deporte o de la universidad, ni siquiera los que exhiben grandes musculaturas, sino tipos raros que llevan tatuajes.
"Los que sobreviven a estas pruebas son personas que, a pesar del dolor, piensan en dejar de lado su sufrimiento y dicen: ¿qué puedo hacer por el tipo que tengo al lado?", dice Eric Greitens.
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