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miércoles, 13 de abril de 2011

Cuando sube el pan, 80 millones de personas más pasan hambre

El precio de los alimentos alcanza cifras récord en el mundo. Por las malas cosechas, la demanda de China e India y la especulación. La FAO alerta de una posible crisis de hambruna.

Imagínese que cobrara 1.500 euros al mes y su gasto mensual mínimo en pan, leche y arroz –ni hablar de carne– le supusiera más de mil euros: cualquier encarecimiento de estos productos, por pequeño que fuera, supondría un quebradero de cabeza. Por suerte no es así. En España, en los países llamados desarrollados, la subida de los alimentos es para la mayoría más un fastidio que un verdadero problema. Sin embargo, para millones de personas en el mundo que emplean el 70% de sus ingresos en su nutrición, el precio de la comida es un asunto de vida o muerte.

Las crisis que viven actualmente las naciones ricas han tapado otra crisis, la de los pobres, que ha sido el origen de las revoluciones que se viven en el mundo islámico. Y es que unos mil millones de personas en todo el mundo pasan hambre y varias decenas de millones más corren el riesgo de empezar a hacerlo debido a una crisis alimentaria que apenas ha concitado la atención internacional.

Los precios de los cereales –alimento diario básico en el mundo– acumularon ocho meses de subidas y llegaron al nivel más alto desde que hay datos: el trigo es ahora un 72% más caro que en 2006; el arroz, un 84%; y el maíz se lleva la palma, pues comprarlo cuesta un 132% más. “Los precios se están disparando y mucha gente entra en el umbral de la pobreza”, señala Enrique Yeves, responsable de la FAO en España. En marzo se rompió la tendencia y se registró un descenso del 2,9%.

La especulación
Antes de la crisis financiera de 2008 había unos 900 millones de personas hambrientas. La catástrofe alimentaria posterior añadió otros 80 millones, “y la crisis de ahora parece que va a ser lo mismo”, alerta Enrique Yeves. Según dice, las razones principales para este encarecimiento de los alimentos son las malas cosechas del año pasado debido a fenómenos climatológicos y el aumento de la demanda de los países emergentes (especialmente China y la India). Hay una tercera causa, más polémica: la especulación.

Además de las empresas que compran para comerciar, en los mercados se han colado los especuladores, que ven en los cereales una nueva forma de ganar dinero. Son ‘hedge funds’ (fondos de inversión libre) que “compran títulos en los mercados de futuros de materias primas para diversificar las inversiones, sin tener la intención real de adquirir las mercancías”, explica Concepción Calpe, economista de Naciones Unidas.

Las apuestas de estos fondos pueden darles grandes beneficios o pérdidas, y se cree que son la causa de la gran volatilidad del mercado de los alimentos. Así, en un año el trigo puede encarecerse un 42,7% y crear una gran crisis de hambruna. ¿Posibles soluciones? Ayudando a que los países pobres inviertan en agricultura, regulando la volatilidad de las materias básicas y dejando de subvencionar la ganadería y la agricultura en Occidente. “Cada año se destinan 360.000 millones de euros en ayudas a los productores de los países ricos, así los productores de los países pobres son incapaces de competir y eso distorsiona el mercado”, denuncia Enrique Yeves.

Cae la ayuda internacional
Cada vez más personas en el mundo sufren hambre, y sin embargo la ayuda internacional de los países más desarrollados no solo no ha crecido, sino que ha caído un 22% desde el año 2005. Si en aquel año se destinaron 8,9 millones de toneladas métricas de trigo (o alimentos equivalentes), el año pasado esta cifra apenas superó las 6,9 toneladas. Estados Unidos y la Unión Europea son los que más han escatimado su aportación, según datos del Consejo Internacional de los Cereales (IGC).

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